Si la carrera de muchos fabricantes de vehículos (también de renombradas tecnológicas) por el coche autónomo parece un sprint, podríamos decir que la de Volvo es una carrera de fondo. Como pionera en seguridad activa, la firma nórdica cuenta con un gran bagaje en sistemas de automatización, conectividad y sensorización del automóvil. La última etapa de esta competición podría ser Ride Pilot, el sistema de conducción autónoma no supervisada en el que trabaja Volvo. Este mismo año comenzarán las pruebas sobre terreno real en California, y muy pronto podrían ser un servicio más de los próximos SUV eléctricos del fabricante sueco.
Qué supone la conducción autónoma no supervisada
Si bien sabemos definir qué es la conducción autónoma a grandes rasgos (“un coche que se conduce solo”), parece que no tenemos tan claro cuándo un coche es verdaderamente autónomo y cuándo no. Nuestros compañeros de Xataka ya nos explicaron los diversos aspectos que definen este tipo de conducción (movimiento del vehículo, detección de obstáculos, respuesta ante condiciones climatológicas…) y también las distintas clasificaciones o estándares que se manejan en la industria. Uno de estos estándares es el creado por la americana Society of Automotive Engineers (SAE), que contempla 5 niveles de autonomía, siendo el 1 el de asistencia al conductor y el 5 el de conducción autónoma total. Para que nos hagamos una idea, sistemas avanzados de Volvo como el City Safety o el Pilot Assist suponen un nivel 2, lo que el fabricante sueco ha venido a denominar como “Conducción Semi-autónoma”.
Por su parte, la “Conducción Autónoma No Supervisada” es la forma que tiene Volvo de denominar el siguiente peldaño en su camino hacia la automatización total del vehículo. Lo sitúa entre los niveles 3 y 4: control total de los movimientos del coche (longitudinal y lateralmente); detección y respuesta ante obstáculos y eventualidades; y capacidad de avisar y ceder el control al conductor humano en caso de problemas. Este último matiz es importante, ya que supone el paso previo a la eliminación total de la figura del conductor, siendo cualquier ocupante un mero pasajero. Pero como veremos más adelante, Volvo ya está trabajando en alcanzar el máximo nivel de autonomía.
El camino hacia la conducción autónoma
Volvo ya en 2013 anunció el proyecto Drive Me, con 100 coches y 100 conductores circulando de forma autónoma por 50 km de carreteras suecas. Drive Me, que finalmente se llevaría a cabo en 2019, supuso un hito al ser el primer test de conducción autónoma en suelo europeo (la normativa de la UE, más estricta que la norteamericana, ha impedido realizarlo con anterioridad). Así, los coches autónomos de Volvo han estado circulando desde entonces por carreteras entre Estocolmo, Malmo y Gotemburgo, recopilando datos e información de valor sobre el comportamiento de los sistemas.
Para llevar a cabo el proyecto, Volvo forjó una alianza con Autoliv, Nvidia y Veoneer para la creación de la joint venture Zenuity, que posteriormente daría a luz a Zenseact, especializada en software para coches autónomos. El fabricante sueco también lleva colaborando desde 2018 con Luminar, especialista en sensores Lidar, y junto con el que lleva desarrollando desde 2020 un modo de conducción autónoma para autopistas denominado “Highway Pilot”. Además, tanto Volvo como Zenseact y Luminar están trabajando desde el año pasado en Sentinel, el sistema de conducción autónoma que podría gobernar los nuevos automóviles autónomos suecos.
Primeras pruebas de conducción autónoma no supervisada
El último paso que ha dado Volvo ha sido el anuncio de una nueva fase de pruebas en Estados Unidos con el sistema denominado “Ride Pilot”. Tendrá lugar en el estado de California, donde la legislación vial facilita este tipo de tests, además de tener la climatología y tipo de carreteras más adecuadas para ello. Será una fase de pruebas muy especial por dos motivos: por un lado, porque Ride Pilot supone la primera función de conducción autónoma verdaderamente no supervisada; por el otro, porque los tests se realizarán por primera vez con vehículos particulares de clientes reales de Volvo en dicho estado. Según Volvo, estos clientes con Ride Pilot podrán liberar tiempo mientras realizan su trayecto, y realizar actividades como leer o escribir, realizar llamadas de trabajo o simplemente socializar con otros pasajeros.
La función de conducción autónoma también supondrá un extra de confort en sí misma, ya que reduce al mínimo la fatiga física y mental derivados de la conducción habitual (especialmente en atascos), y permite al conductor-pasajero llegar más descansado a su destino. Estas pruebas se enmarcan dentro del protocolo de verificación y testeo de Volvo, y servirá para validar la tecnología con todas las garantías de seguridad para su uso en carreteras y con condiciones que varían según las circunstancias. El objetivo de este proyecto es, en palabras de Mats Moberg, jefe de investigación y desarrollo de Volvo Cars, “establecer un nuevo estándar de la industria para la autonomía sin comprometer la seguridad”. La intención de la firma nórdica es incluir este estándar en su próxima generación de automóviles eléctricos.
Lanzamiento en el próximo SUV eléctrico de Volvo
Según explica Volvo, su intención es incluir el sistema de Ride Pilot en el próximo SUV eléctrico de batería de la marca. Ya se habló en el pasado que este SUV podría ser el futuro Volvo XC90 íntegramente eléctrico (el rumoreado “Volvo Embla”), que podría llegar este año o a principios de 2023. Los motivos por los que escoger un SUV para introducir Ride Pilot en el mercado podrían ser muchos, como la gran penetración de la categoría en el mercado, o que por su mayor altura podría acoger mejor el conjunto de sensores en el techo del vehículo, junto al parabrisas.
También hay que tener en cuenta que el Volvo XC90 eléctrico estará montado sobre la plataforma SPA2, diseñada para acoger todo tipo de motorizaciones, lo que facilitaría la introducción del sistema de conducción autónoma en todo tipo de versiones. Además, la empresa Luminar ha estado trabajando con anterioridad con el Volvo XC90. Para el Ride Pilot, la empresa ha incluido el Iris LiDAR, la última generación de sus sensores de radar por láser pulsado. Estará acompañado por otros 5 radares, 8 cámaras y 16 sensores ultrasónicos, lo que dará un total de más de dos docenas de dispositivos trabajando de forma conjunta.
Actualizaciones inalámbricas y servicio por suscripción
Por su parte, todo el sistema estará controlado por el software AD (autonomous driving) de Zenseact, desarrollado en conjunto con Luminar y con los propios ingenieros de Volvo Cars. Según las informaciones, este software podría estar basado en OnePilot, el que ya fuera utilizado para el sistema Sentinel con anterioridad. En todo caso, el sistema estará mejorándose constantemente en el vehículo a través de actualizaciones inalámbricas OTA (over the air). En conjunto, Ride Pilot garantizará una redundancia total de sus sistemas, es decir, que los sensores se solaparán y servirán para validarse los unos a los otros. Ride Pilot estará disponible en modalidad de servicio por suscripción a través del programa Care by Volvo, es decir, solo estará disponible para aquellos conductores que deseen disfrutar de la conducción autónoma. La hoja de ruta marcada por Volvo empieza por lanzar Ride Pilot en Estados Unidos, para ir introduciéndolo posteriormente al resto de mercados. Con todo, su intención es que para 2025 un tercio de sus vehículos vendidos sean completamente autónomos.
Pero Volvo parece mirar más allá de Ride Pilot y de su “conducción autónoma no supervisada”. Ya lleva unos años trabajando en el prototipo Volvo 360c, planteado como una alternativa más ecológica y sostenible a los vuelos privados de corta y media distancia. Este vehículo ya carece de volante, eliminando totalmente la figura del conductor y la posibilidad de conducción manual. Volvo alcanzaría así el nivel 5 de conducción autónoma.