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La anterior década colocó a los SUV (Sport Utility Vehicle) o todocaminos como los reyes del asfalto. La popularidad de sus diferentes variantes alzó las ventas de coches, incluso durante años de crisis económica. Una de las señas de identidad que define a este segmento y que lo ha hecho prosperar en la mente de los conductores es su altura superior.


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¿Cómo influye la altura en el diseño y la seguridad de un coche? Aunque no lo parezca, resulta un factor muy importante. Y es que se trata de una variable fundamental que incide desde diferentes ángulos en la conducción y la seguridad de un vehículo.

En la actualidad, se puede afirmar que la mayor altura de un SUV puede beneficiar su seguridad. Sin embargo, no siempre ha sido así para todos los todocaminos del mercado. Para conseguir que la elevación del chasis sea un elemento positivo es preciso un esfuerzo de ingeniería muy concreto.

Fabricantes como Volvo no ignoran este hecho e incorporan todos los requisitos necesarios desde la concepción de sus todocaminos. El Volvo XC40, con una altura libre sobre el suelo de 22 centímetros, constituye un buen ejemplo que demuestra cómo las diferentes tecnologías se relacionan para garantizar la seguridad.

Mal de altura, una desventaja que forma parte del pasado

No todo fue color de rosa para los todocaminos en su nacimiento. Irrumpieron en el mercado en la década de los noventa con unas medidas más cercanas a los 4×4 o todoterrenos que a cualquier otro modelo. Esto supuso un cambio de paradigma para la seguridad activa y la seguridad pasiva. Antes de continuar, aclaremos que mientras la primera se refiere a todos los sistemas del vehículo que previenen un posible accidente, los sistemas de seguridad pasiva son lo que actuarían para minimizar las consecuencias del mismo.

El modelo de diseño que presentaron los primeros SUV apostaba por una robustez que incrementaba la masa del vehículo y la altura. Esto repercute de forma directa en el control de fuerzas que rige la conducción. Es cuestión de física. El mayor centro de gravedad y las inercias que se producen en un vehículo más elevado lo dejan en peor lugar que otro que circule más cerca del firme.

Un desafío que Volvo afrontó desde el inicio de este segmento para convertir esta posible desventaja en un punto a favor. Para empezar, aplicaron toda el potencial de seguridad del diseño escandinavo en la construcción del chasis. De este modo, comenzaron un viaje de ingeniería para la protección en carretera que se materializa en la actualidad en modelos como el Volvo XC40.

¿Por qué la altura de un SUV lo hace más seguro?

Una de las ventajas originarias de los todocaminos es que los pasajeros de un vehículo con una altura superior tienen menos posibilidades de sufrir lesiones graves en caso de impacto con un coche más bajo. Esto es así porque las zonas más sensibles del cuerpo no reciben la fuerza del impacto.

Igualmente, la elevación de un SUV influye de forma crucial en la visibilidad. Así, nos ayuda a incrementar la atención mientras conducimos. Gracias a la altura, el conductor cuenta con un campo de visión ampliado y puede anticipar de forma más rápida cualquier evento en carretera.

Estas dos última ventajas forman parte de la propia genética de un todocamino. Sin embargo, ¿cómo lidiaron estos con los mencionados puntos desfavorables de la altura?

Tecnologías para implementar la respuesta en carretera

Si algo caracteriza a los SUV es su gran versatilidad, control y facilidad para la conducción. Detrás de esta sensación se esconde un trabajo mayúsculo de ingeniería, precisamente, por los pesos y medidas que presentaban de partida. En el caso concreto de Volvo, el control y la respuesta en sus SUV vienen amparados por diferentes tecnologías.

Los sistema de dirección y suspensión inteligentes juegan un papel esencial. Decir que son sistemas «inteligentes» equivale a comprobar cómo se adaptan para ofrecer una respuesta proporcional a la situación que se presenta en carretera. Los elementos del sistema de suspensión amoldan su comportamiento, por ejemplo, a la hora de tomar una curva, lo que a su vez propicia que un SUV elevado se mantenga pegado al asfalto.

Este nivel de amortiguación se consigue gracias a un vínculo electrónico que ajusta la amortiguación durante intervalos de tiempo que se mueven en torno a los 10 milisegundos. Los criterios que usa el sistema tienen que ver con la aceleración, el desplazamiento del chasis o el ángulo de la dirección. Esta, por su parte, adapta su dureza bajo los mismos escenarios.

Para comprobar el resultado, solo hay que ponerse al volante de un SUV como el Volvo XC40. El fabricante ha conseguido un control único en el segmento, condenando al pasado las desventajas de la elevación.

De la protección física a la electrónica ADAS

El trabajo de la dirección y la suspensión para lograr una mayor estabilidad, independientemente de la altura, se ve aún más reforzado por las tecnologías de asistencia a la conducción (ADAS) en las que Volvo ha sido pionero. Ya no se trata de que el conductor no pierda el control gracias a las virtudes mecánicas del vehículo, sino que, en caso de riesgo, sea el mismo vehículo quien lo prevenga.

Relacionadas con lo comentado se encuentran el sistema de Ayuda de Permanencia de Carril (LKA) o el Adaptador de Velocidad en Curvas. Este último puede actuar sobre la velocidad del coche para lograr el control óptimo en curva.

Por su parte, al activarse por el conductor, el primero logra que el coche vuelva por sí solo a la vía en caso de haber atravesado la línea exterior de la calzada. También puede activar la frenada para mantener el vehículo en carril e, incluso, si abandonamos la vía y detecta una colisión próxima, tensar los cinturones de seguridad.

SUV es sinónimo de confort

La comodidad al conducir tiene mucho que ver con la seguridad. El mayor control que presentan todocaminos como el Volvo XC40 optimiza el confort. La altura también pone su granito de arena para aumentar la facilidad de su conducción.

Los 22 centímetros que separan los bajos del XC40 del suelo hacen muy complicado que podamos dañar la parte inferior del vehículo en caso de transitar por terrenos accidentados. Con todo, el hábitat natural del Volvo XC40 es la ciudad. Aunque en un primer momento podamos pensar que en un ambiente urbano no vamos a encontrar este tipo de obstáculos, por desgracia esto no es así.

Prueba de ello son los innumerables resaltos o badenes con los que toparse durante la conducción urbana. Del mismo modo, la altura favorece que salvemos situaciones diversas, como el cambio de pendiente abrupto de la rampa de un garaje.

Otro mal que se achacaba antaño a la altura y que ya forma parte del pasado era el de estropear la eficiencia. El diseño de los SUV actuales no solo es más atractivo, sino también más aerodinámico. Si a esto sumamos las motorizaciones de última generación, mucho más eficientes, hacen que la altura no sea tan decisiva para lograr un consumo y emisiones de récord. Esto es más evidente en el caso de la electrificación, como ocurre con el Volvo XC40 Recharge Híbrido Enchufable.

Tal y como hemos visto, entender la altura de un todocamino implica descubrir cómo se interrelaciona con todas las tecnologías de última generación. Su integración ha permitido diseñar modelos más seguros, cómodos y eficientes.