Cuatro ruedas, un volante, dos o tres pedales y una palanca de cambios. Podría pensarse que la concepción del automóvil no ha cambiado mucho en lo fundamental desde hace décadas, pero lo cierto es que, discretamente, estamos siendo testigos de una de las mayores revoluciones en materia de seguridad y usabilidad.
Este cambio, de características casi telúricas, sirve en cierto modo de preámbulo para lanzamiento del futuro coche definido por el software y el vehículo autónomo, promulgando una nueva relación entre el automóvil y sus ocupantes basada en la compresión y no en la gestión mecánica de sus elementos secundarios.
Así, si hasta ahora debíamos estar pendientes de manipular varias pantallas para introducir una dirección en el navegador, buscar un botón para modificar la temperatura del climatizador o recurrir al teléfono móvil para seleccionar una banda sonora en Spotify para nuestro próximo viaje, la IA conversacional podrá resolver estas y otras muchas operaciones simplemente escuchando nuestras órdenes.
El resultado: una conducción mucho más segura y simplificada, en la que el conductor puede concentrar todos sus sentidos en la carretera al evitar casi por completo las distracciones de los coches «antiguos».
¿Qué es la carga cognitiva y cómo afecta a los conductores?
Cambiar de emisora, establecer una para en la navegación o atender una llamada han sido tradicionalmente distracciones capaces de sacarnos de la carretera. Esto se debe en parte a lo que en el campo de la psicología se conoce como carga cognitiva, que groso modo se puede definir como la cantidad de esfuerzo mental necesario para procesar una información, desde comprobar la frecuencia de la emisora que queremos escuchar a ver si el cambio en la navegación nos saca en exceso de la ruta deseada.
Cada operación añadida, desde desplazarse por un menú a pensar en lo que se quiere decir al asistente de voz, aumenta la carga cognitiva del conductor y con ello el riesgo de sufrir distracciones al volante
El mero hecho de conducir ya supone una carga cognitiva intrínseca. Si se aumenta mediante factores externos (interfaces mal diseñados, por ejemplo), sobrevienen las distracciones al superar la carga cognitiva que puede soportar nuestro cerebro. No quiere decir que cortocircuitemos, pero ese segundo extra que necesitamos para encontrar un icono no muy intuitivo o para deslizar dos menús más de la cuenta puede suponer la diferencia entre ver un peatón saliendo de entre dos coches aparcados en la acera o no verlo.
Se da la paradoja de que muchos coches modernos amplían la carga cognitiva del conductor por su dependencia en el uso de pantallas táctiles, iconos, gráficos y contenidos textuales que requieren un esfuerzo de comprensión que se suma al de la conducción, cuando antes todo se resolvía casi por memoria muscular, alargando un dedo y pulsando el botón deseado sin necesidad de desviar la mirada de la carretera. Gracias a la IA, Volvo aspira a recuperar esa conducción sin distracciones. E incluso a hacerla aún más sencilla.
Google Gemini: de tu móvil al coche
La herramienta escogida por el fabricante sueco para alcanzar esta meta de conducción con cero distracciones no ha sido otra que Gemini. La herramienta Disponible en los vehículos de Volvo desde finales de este año y en los actuales a través de una actualización, Gemini sustituirá Google Assistant para brindar un asistente mucho más completo, pero sobre todo, inteligente.
Gracias a Google Gemini el conductor no tendrá que recordar comandos concretos para acceder a funciones específicas del automóvil. Así, bastará con decir «necesito un buen sitio para comer cerca» y el navegador generará automáticamente una lista, sin necesidad de pasos extra de ninguna clase. De igual forma, un «llévame al resultado más próximo» o «quiere ir al que esté más cerca» bastará para situarlo como destino.
La gran mejora de los modelos de IA conversacionales como Gemini es que entienden al conductor, por lo que no es necesario memorizar órdenes concretas para acceder a funciones específicas; el coche entiende a lo que te refieres y obra en consecuencia para bajar el aire acondicionado o poner tu música favorita
La gran ventaja de Gemini frente a los asistentes de voz tradicionales es que los modelos de IA utilizados son de tipo conversacional, de forma que no se limita a contrastar palabras clave con una base de datos con posibles operaciones. Por ejemplo, «baja la temperatura» tiene el mismo efecto que decir «pon el aire acondicionado». Ya no hay que memorizar órdenes para cada elemento inteligente del coche ni formular tus órdenes pensando en si el coche las entenderá, reduciendo la carga cognitiva al mínimo posible.
Con Gemini, tu Volvo entenderá lo que quieres decir igual que lo haría tu acompañante. O tal vez incluso mejor, puesto que con el paso del tiempo irá perfeccionando sus algoritmos y capacidad de interpretación.
Volvo, pionera en la integración de IA en la industria de la automoción
La integración de Gemini por parte de Volvo es una novedad que se engrana en una larga trayectoria de progreso tecnológico aplicado al confort y la seguridad, prácticamente tan antigua como la propia marca. Prueba de ello es que en 2020 Volvo presentó Android Automotive, y solo dos años después, en 2022, desveló en primicia la integración con Google Assistant para reducir la dependencia en los menús táctiles.
Con el uso de Gemini, la relación del conductor con el automóvil pasa de ser mecánica (gestos, botones, pantallas) a conversacional. Un paso fundamental en la estrategia de Volvo para hacer de sus coches los más seguros del mundo, pero también para recuperar una conducción más relajada y libre de despistes innecesarios.