La electrificación y la larga marcha hacia el concepto de lo que ya empezamos a conocer como coche definido por software está forzando un replanteamiento en los procesos tradicionales del diseño de automóviles. Ya no hablamos de artilugios estrictamente mecánicos o con planteamientos utilitarios a la antigua usanza, sino de vehículos prémium muy polivalentes y cuya creación requiere un cambio de óptica.
Pocas compañías parten de una mejor base para ello que Volvo.
El fabricante sueco, con su continuado historial de vanguardia tecnológica, ha sido uno de los primeros fabricantes en inaugurar este cambio. Una revisión de conceptos que el Volvo EX30 Cross Country encarna a la perfección, con un desarrollo más parecido al de un producto de alta tecnología más que al de un coche tradicional. Y es que los modelos más recientes de Volvo tienen una manera diferente de entender el lujo.
El hardware: suspensión especial y un diseño que invita a salir fuera del asfalto

Desde el lanzamiento del primer modelo Cross Country allá por 1997, Volvo ha querido plasmar en su gama la dualidad del conductor sueco. Un consumidor habituado al máximo confort, un elevadísimo nivel de seguridad y la sencillez nórdica que es sinónimo de la marca, pero también a escapar ocasionalmente al campo a través de una orografía complicada.
Valles, lagos, montañas escarpadas y abundantes caminos forestales conforman la orografía sueca, todo ello con unas estaciones que van desde primaveras cálidas y agradables a algunos de los inviernos más duros del continente. El Volvo EX30 Cross Country es en este aspecto bastante único, porque es uno de los primerísimos vehículos eléctricos con la capacidad para abordar estas circunstancias de marcha.

Para ello, Volvo ha dotado a su SUV eléctrico más compacto con una suspensión más holgada, sobreelevando la distancia al suelo de los 177 mm del XC30 convencional a los 196 mm de la versión Cross Country. Esta suspensión, que posee cinco brazos en el eje trasero, permite salvar desniveles de mayor entidad, pero también ayuda a filtrar mejor las irregularidades del firme, mejorando el confort de marcha aunque la carretera no esté en las mejores condiciones.

Esta mayor presencia se refuerza con el uso de elementos cosméticos con función defensiva. Estas piezas se han fabricado en plástico negro para minimizar los daños por roces, como los ensanches de los pasos de rueda, los faldones y la propia calandra, cuyo relieve imita el del imponente macizo Kebnekaise, donde se sitúa la montaña más alta de Suecia.
Toda una declaración de intenciones a juego con las capacidades del modelo Twin Motor Performance, que se dota con dos motores y tracción a las cuatro ruedas.
El software: tracción inteligente y gestión del coche «con un toque»

Pero como decíamos al principio, el coche moderno va camino de ser algo más que una colección de piezas mecánicas. Ya lo es, de hecho, no siempre con idéntica fortuna. Así, mientras otros fabricantes han naufragado en el desarrollo de menús táctiles abigarrados y controles de ergonomía discutible, el particular ethos de Volvo ha servido para dar forma a una experiencia de conducción personalizada. Y que para nada obedece las normas clásicas del segmento SUV.
Siguiendo la filosofía de Assar Gabrielsson y Gustav Larson, que fundaron Volvo bajo el principio maestro de que los coches son conducidos por personas y por tanto todo el diseño debe orientarse a ellas, el EX30 Cross Country aboga por expandir el minimalismo de su diseño interior a la interfaz de usuario.

Su pantalla de 19 pulgadas, por ejemplo, permite crear accesos directos para reducir el número de interacciones necesario para acceder a las funciones de uso corriente, e incluso deja al conductor elegir qué elementos muestra, en lugar de presentar una colección de iconos y funciones inamovible. Unida a características avanzadas como Pilot Assist, esto deriva en una conducción más relajada e intuitiva, pero al mismo tiempo más concentrada en la carretera al reducir la carga cognitiva.
El software, asimismo, es fundamental a la hora de gobernar un hardware con un rendimiento fuera de lo común. Más aún tratándose de un SUV pequeño. La gestión de la fuerza del motor (dos motores en la versión Twin Motor Performance) se realiza de forma inteligente en base a la demanda del conductor, sin necesidad de programas de conducción específicos.

Dotado de serie con tracción trasera, los conductores que requieren una mayor potencia o tracción integral, tienen a su disposición la variante Twin Motor Performance, que proporciona hasta 428 CV de potencia y reduce un 0 a 100 ya muy breve (5,7 segundos en el modelo de acceso) a unos exiguos 3,6 segundos, homologables al de auténticos deportivos de postín.
Todo ello sin perder tracción o introducir riesgo en curvas ni salida, puesto que el software se encarga de gestionar con el máximo detalle la gestión vectorial del par motor para garantizar la correcta tracción del vehículo en todo tipo de terreno y circunstancia de uso, sea autopista o caminos sin asfaltar.
Prestaciones prémium: el reto de crear una batería para todo tipo de climas y situaciones

El tercer gran desafío de Volvo durante el desarrollo del EX30 Cross Country ha sido posiblemente el más grande de todos. Y también el más inevitable, tratándose Suecia de un país con parte de su territorio englobado en el círculo polar ártico; tal vez el lugar más hostil del mundo para cualquier vehículo eléctrico.
En el caso de los coches eléctricos, las bajas temperaturas reducen la eficiencia de sus baterías, que por regla general proporcionan su máximo rendimiento entre los 20 y los 30 ºC. Por debajo de los 10 ºC, las reacciones químicas que se producen en las celdas se ralentizan, y si la temperatura exterior cae a menos de 0 ºC, se puede perder hasta un 30% de autonomía.

Para evitar esta situación, que rápidamente hubiera sido problemática en zonas de montaña y países con una climatología como Suecia, Volvo ha dotado al EX30 Cross Country con una batería de carga rápida e inteligente. El resultado es una autonomía eléctrica urbana de hasta 660 km (476 km homologados en combinado WLTP) sin una merma apreciable a pesar del frío.

Esto se consigue mediante una inteligente combinación de hardware y software. Tanto el modelo base de 51 Kwh como las versiones más avanzadas, que poseen una batería de 69 Kwh, preacondicionan la batería antes de cada carga con solo seleccionar la estación de destino, calentándola o refrigerándola en base a su propia temperatura y la del entorno para que alcance la temperatura óptima antes de enchufarlo.
El resultado: velocidades de carga más realistas (del 10% al 80% en 26 minutos usando carga rápida), una mayor autonomía y la certeza de que tu coche va a estar listo cuando lo necesites, para lo que necesites. Aunque te encuentres a kilómetros de la civilización.
Fotos | Volvo